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Pako Gámez

Marketing consciente

Probablemente hayas llegado hasta aquí preguntándote qué es esto del Marketing Consciente.

¿Otra forma más de hacer marketing? ¿Una nueva forma de lograr más clientes y de vender más? Conocí este concepto por pura intuición, simplemente pensando que, en un momento en el que parecía existir una tendencia hacia ser más conscientes de todo lo que ocurre a nuestro alrededor, hacia dejar de vivir dándole vueltas a la rueda de hamster y empezar cada cual a replantearse muchas cosas y querer tomar las riendas de nuestra propia vida, esta tendencia debería de haber impregnado quizás también el mundo del marketing, así que decidí indagar un poco en ello, “pregunté al oráculo” (busqué en Google ;-p) sobre “Marketing Consciente” y “voilá”: descubrí que ¡ya había mucha gente pensando como yo!

La definición de Marketing Consciente que más me gusta, de entre las que he encontrado, es quizás la que da Raimon Samsó en su vídeo en Youtube sobre este tema:

“…el marketing consciente es otra visión y otra forma de hacer las cosas,
que tiene que ver con tu actitud, más con lo que eres que con lo que haces.”

Ya hace algún tiempo que se venía respirando un ambiente de intención de cambio de paradigmas, pues con los que hemos vivido hasta ahora el sistema no ha funcionado muy bien, y tras los últimos acontecimientos mundiales, no es necesario ser muy analítico para darnos cuenta de que las cosas están cambiando y es posible que nunca vuelvan a ser como antes.

Quizás uno de los nuevos paradigmas que más rápidamente se está implantando tenga que ver con “la misión“.

Durante muchos años las empresas han estado redactando un documento comúnmente llamado “misión, visión y valores” en el que trataba de recoger la razón de ser, visión de futuro y cimientos de la misma, que con frecuencia acababa olvidado en algún cajón o sección de la web corporativa y era reemplazado por un objetivo único y omnipotente: conseguir clientes, ventas y beneficios económicos, para el cual normalmente se ha usado el marketing como herramienta fundamental.

Pero… ¿funciona realmente este planteamiento tradicional de empresa? ¿Tiene razón de ser una empresa cuyo objetivo único es el económico, sin tener en cuenta otros como su impacto en el entorno, en el clima, en el planeta, en la calidad de vida de sus empleados y sobre todo en el aporte de valor que hace a la sociedad y a la calidad de vida de sus clientes?

El empresario y emprendedor actual debe dar un paso más y definir la misión de su empresa en base a la siguiente pregunta: 

¿Cuál es el valor real que mi empresa o negocio aporta al mundo?

Si esta pregunta tiene respuesta clara e inmediata y no es únicamente el beneficio económico, el éxito de la empresa llegará, es sólo cuestión de ir dando los pasos necesarios y correctos. Si no es así, quizás tengamos que replantearnos la misión de nuestra empresa, o sólo lograremos ser un organismo vivo más intentando sobrevivir en un entorno hostil.

Cuando lo primero ocurre, dejas de levantarte cada mañana para trabajar y empiezas a levantarte para cumplir tu misión, dejas de conseguir clientes para facturar y ganar dinero y empiezas a levantarte para ayudar a otros a resolver sus problemas y mejorar su vida, y a partir de ese momento tu vida cambia.

Todo esto me trae a la memoria una conocida y bella historia que viene muy al hilo, la cual posiblemente conozcas, pero que reproduzco aquí por si no es tu caso:

Iba un joven viajero caminando por su sendero y vio a lo lejos a unos hombres trabajando que llamaron su atención. Acercóse al lugar movido por la curiosidad y cuando llegó a la altura del primer hombre, le preguntó: 

– Hola buen hombre, ¿qué está usted haciendo?
– Ya ves, joven, aquí estoy picando esta enorme piedra con el calor insufrible que hace. – Respondió el hombre con su rostro cubierto de sudor y polvo.

Continuó el viajero caminando y al llegar a la altura del segundo hombre, el cual estaba igualmente golpeando otra enorme piedra con un cincel y un martillo, a pesar de la evidencia, el curioso viajero volvió a preguntar:

– Hola buen hombre, ¿y usted, qué está haciendo?
– Trabajo para ganar mi sustento y el de mi familia. – Respondió éste.

Miró entonces a un tercer hombre que estaba más adelante haciendo lo mismo, y volvió a preguntar: 

-Y usted ¿qué es lo que está haciendo?
-Yo, joven –respondió sonriente el tercero- estoy ¡construyendo una catedral!

Bueno, llegados a este punto sólo me queda decirte que, si te gustó el artículo y la historia y estás de acuerdo con ambos, el mejor momento para plantar un árbol fue hace 30 años, y el segundo mejor momento es ahora:

¿Cuál es el valor real que TU empresa o negocio aporta al mundo?

Si tu respuesta a esta pregunta es clara e inmediata y no es únicamente el beneficio económico, tu estrategia de marketing consciente está ya definida. ¿Te atreves a empezar a implementarla? 

Para finalizar, te dejo este breve vídeo de Raimon Samsó sobre Marketing Consciente, ¿puedes concederte 7 minutos más? Vas a disfrutarlos…

¿Y tú, te levantas para trabajar o para cumplir una misión? ¡Cuéntanoslo!…

Y tú... ¿qué opinas?

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